jueves, 6 de diciembre de 2007

Sobre Fifaras.

Es fácil no acordarse de algunos detalles.

Yo me olvido de un montón de cosas al cabo del día, y luego, en un esfuerzo sin parangón, hago recuento de todas las cosas importantes que han desaparecido de mi memoria sin el más mínimo atisbo de esperanza en que regresen

A veces me da rabia, porque sé que eran cosas importantes, pero, qué le vamos a hacer.

Bueno, el caso es que sé que una vez me inventé un cuento precioso, que iba sobre dragones y un caballero un poco cobarde que viajaba sentado en un caballo muy grande. No recuerdo mucho más de la historia, sé que era una historia sobre la amistad y el valor que se nos supone, pero no recuerdo más.

Se la contaba a mi hijo cada noche antes de acostarlo en la cama, y él se reía mucho con una parte en la que el dragón le mordía un pie al caballero, porque no quería quemarlo, pero como el caballero era tan cobarde, se intentaba escapar haciendo que el dragón le mordiera más fuerte, y causándole más miedo, así caballero y dragón, unidos por la boca y el tobillo corrían el uno a la pata coja, y el otro, arrastrando el hocico por las piedras del camino.

En medio de la carrera, se tropezó ante ellos una enorme Firafa, que es un animal con el cuello muy largo, y las orejas en forma de cuernos, y los cuernos en forma de orejas, pero no se deben de confundir nunca con las jirafas de la sabana africana, que tienen las orejas en forma de oreja, y los cuernos en forma de cuerno, aunque son ligeramente más achatadas. Se tropezaron con la enorme Firafa presidenta del bosque de álamos, y mientras sacaba una enorme lengua de su boca, les gritó en voz muy muy alta...

- ¡Estaaaaaros quietos!

El caballero cobarde y el dragón, se quedaron quietos, mirando hacia arriba, viendo que la Firafa, les había visto pelear.

- ¿Es que no veis que es la hora de comer?

El caballero cobarde, se puso despacio de pie, mientras el dragón le soltaba el tobillo, y miraba hacia arriba como cuando uno se ha portado mal, y espera que su madre no le pegue un cachete por ello.

- Bueno – dijo la Firafa estirando mucho el cuello – Ya sabéis que en mi bosque de álamos el que pelea, los árboles riega y rodea, así que ahí tenéis las regaderas, una para cada uno, y ahí tenéis el pozo de las risas de otros años. Sacad calderos de agua, y regad y rodead todos los árboles hasta que volváis al principio.

- Pe...pe...pe... pero – dijeron a la vez el caballero cobarde y el dragón.

Pero la Firafa ya les había puesto delante las regaderas, y todo el mundo sabe, que a las Firafas es mejor no desobedecerlas, porque se saben muchos trucos de magia, que te hacen reír tanto que te duele la barriga durante más de un año.

El caballero cobarde regó y rodeó los árboles durante casi un mes, hasta que hubo regado y rodeado todos los árboles del bosque. El dragón tardó un poco menos, porque es más grande, pero la firafa le hizo ayudar al caballero cobarde para que se hicieran amigos.

- Menudo mordisco te di en el tobillo ¿eh? – le dijo el dragón al caballero cobarde.

- Pues sí, todavía me duele un poco, pero como la bota era de hoja de lata, lo peor no ha sido el mordisco, ha sido tener que sacar la bota y arreglarla. La verdad es que me hiciste un poco de daño.

- Vaya, lo siento- dijo el dragón- pero es que venías con cara de pocos amigos.

- jajajaja, sí, es cierto...

Y los dos se rieron mucho tiempo.

NO me acuerdo de mucho, más. Prometo, que según me vaya acordando, os lo iré contando,.

!AH¡ una cosa más, antes de que mi memoria vuelva a fallar.

Esto es por los cuatro años de Julio.

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